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Alcohol y Civilización


Mirando fijamente a través de la niebla de sus ojos, vio un alcoholograma: un mundo de angustia, en el cual la intoxicación era la única salida. Odiándose a sí mismo aún más de lo que odiaba a los asesinos de las corporaciones que lo crearon, tropezó y regresó al almacén de licores. Instalados en sus áticos, ellos contaban los dólares vertidos por millones como él, y en sus adentros, reían por la facilidad con que la oposición había sido aplastada. Pero ellos, también a menudo necesitaban beber para dormir por la noche ­si alguna vez aquellas masas vencidas dejaran de volver a por más, lxs poderosxs algún día se enfadarían con ellos, y tendrían que ir al infierno para pagarlo Éxtasis e intoxicación “Borracho, destrozado, despreciable, pesado, arruinado,explotado, absorbido, maltratado, bombardeado, hastal-bicho, mamado, hecho verga, muerto, fundido, bolo. Todxs hemos oído hablar alguna vez que en el ártico tienen cientos de palabras para describir la nieve; nosotrxs tenemos cientos de palabras para un(a) borrachx. Perpetuamos nuestra propia cultura de la derrota.” No nos entiendas mal: no estamos en contra de la indulgencia, sino a favor de ella. Ambrose Bierce definió un asceta como “una persona débil que sucumbe a la tentación de negarse el placer” y lo compartimos. Como Chuck Baudelaire escribió tienes que mantenerte siempre íntegro y consecuente –todo depende de eso. ¡Entonces no estamos en contra de la

embriaguez, sino de la bebida! Aquellxs que abracen la bebida como ruta

a la embriaguez, se engañaran a sí mismos con una vida embrujada. La bebida, como la cafeína o el azúcar en el cuerpo, sólo juega un papel importante en la vida si le proporcionas tal importancia. Una mujer que nunca bebe café no lo necesita por la mañana cuando se levanta: su cuerpo produce energía y la centra en sí mismo, como miles de generaciones lo han predispuesto. Si empieza a beberlo con regularidad, pronto su cuerpo dejará al café asumir ese papel y pasará a depender de él. Así es como el alcohol asegura artificialmente momentos de relajación y alivio, mientras despoja a la vida de todo lo qué es verdaderamente descanso y liberación. Si hay sobrixs en esta sociedad que no parecen tan temerarios y libres como la contrapartida alcohólica, es por un mero accidente cultural, un mero indicio. Estos puritanos siempre han existido en el mundo, vaciado de toda magia e ingenio por el alcoholismo de sus compañeros (que el capitalismo, la jerarquía y la miseria ayudan a mantener) ­la única diferencia es que éstos son demasiado abnegados como para rechazar también esa falsa magia y el genio de la botella. Pero otras personas “sobrias”, cuya elección en la vida puede describirse como dichosa y fascinante, abundan, si se busca lo suficiente. Para estos individuos ­para nosotrxs­ la vida es una constante celebración, que no necesita aumento ni respiro. El alcohol, como el Prozac y el resto de medicamentos para el control mental - que, actualmente, están haciendo grandes maravillas para el Gran Hermano­, substituye la cura por el tratamiento sintomático. Quita el dolor de una aburrida y monótona existencia por unas horas, que ­en el mejor de los casos -devolverá por duplicado. No sólo sustituye las cosas positivas que podrían haberse hecho dirigidas al origen de nuestra miseria, sino que las impide cada vez que se centran energías en conseguir y recuperar el estado de borrachera. Como el turismo para el trabajador, la bebida es una válvula a presión que libera tensión mientras mantiene al sistema que lo ha creado. En esta cultura automatizada, nos hemos acostumbrado a vernos como simples maquinas para operar: agregar el producto químico apropiado a la ecuación para conseguir el resultado deseado. En nuestra búsqueda de la salud, la felicidad, el sentido de la vida, hemos corrido de una panacea a otra ­Viagra, vitamina C, vodka­ en vez de acercarnos a nuestras vidas

holísticamente y dirigir nuestros problemas hacia sus raíces sociales y económicas. Esta lógica orientada al producto es la base de nuestra alienada sociedad de consumo: ¡Sin consumir, no podemos vivir! Intentamos comprar la relajación, la comunidad, la autoestima ­¡ahora incluso el éxtasis viene en una píldora! Queremos el éxtasis como un modo de vida, no como veneno en el hígado provocado por el alcoholismo diario. “La vida es una mierda, emborráchate” es la esencia del argumento que entra en nuestros oídos de la lengua de nuestros amos y después pasa por nuestras bocas babeando, perpetuando cualquiera de las verdades fortuitas e innecesarias a las que pudiera referirse ¡Pero no vamos a caer en eso nunca más! ¡En contra de la borrachera ­y por la embriaguez! ¡Quema las tiendas de licores y sustitúyelas por parques! ¡Por una bacanal lúcida y una sobriedad extásica! Rebelión bastarda Prácticamente cada niñx de la sociedad Occidental crece con una visión del alcohol similar a la de “la fruta prohibida”: los padres y semejantes lo disfrutan, mientras a ellxs se les niega. Esta prohibición sólo hace que la bebida sea más fascinante a ojos de la gente joven, así cuando consiguen la oportunidad, inmediatamente después afirman su independencia por hacer exactamente lo que les decían que no hicieran: irónicamente, se rebelan siguiendo el ejemplo que ha sido creado para ellxs. Este patrón hipócrita es estándar para cualquier niñx en esta sociedad, y trabaja para reproducir comportamientos destructivos que, de otra forma, habrían sido contundentemente rechazados por las nuevas generaciones. El hecho de que la falsa moralidad de muchos padres bebedores esté reflejada en la práctica hipócrita en grupos religiosos ayuda a crear una ilusoria dicotomía entre abnegación puritana y el amor por la vida, con bebedorxs irresponsables amigxs de sacerdotes Baptistas, los abstemios nos preguntamos, ¿quién necesita enemigos? Estos partidarios de la Embriaguez Rebelde y los abogados de la Abstinencia Responsable son adversarios leales. La necesidad que el primero tiene del último para hacer sus tristes rituales es graciosa; el último necesita al primero para hacer que su rígida austeridad parezca de sentido común. Una sobriedad extásica que combate la monotonía de uno y la melancolía del otro ­el falso placer así como la falsa discreciónes análoga al anarquismo que enfrenta la falsa libertad ofrecida por el capitalismo y la falsa comunidad ofrecida por el comunismo. Alcohol y sexo en la cultura de la violación Vamos a ponerlo sobre la mesa: casi todxs nosotrxs venimos de un lugar donde nuestra sexualidad es, o era, un territorio ocupado. Nos han violado, abusado, asaltado, avergonzado, silenciado, confundido, construido y programado. Somos malxs inversionistas, y lo estamos retirando todo, recuperándonos; pero para la mayoría de nosotrxs, éste es un proceso lento, complejo y todavía por terminar. Esto no significa que hasta ahora no hayamos podido tener sexo satisfactorio, seguro y de apoyo en medio de este proceso de curación, pero hace que éste sea un poco más complicado. Para estar seguros de que no estamos perpetuando o ayudando a perpetuar patrones negativos en la vida amorosa, tenemos que ser capaces de comunicarnos con claridad y honestidad antes de que la situación se caliente o se ponga difícil ­y durante y después de encontrarse en ella. Pocas fuerzas intervienen en esta comunicación como lo hace el alcohol. En esta cultura de la negación, nos animan a utilizarlo como un lubricante social para ayudarnos a deslizarnos más allá de nuestras inhibiciones; muy a menudo, esto simplemente significa ignorar nuestros propios miedos y cicatrices, y no preguntar por otros. Si es peligroso, tanto como bello, para nosotrxs compartir sexo con otrxs sobrixs, ¿cuán más peligroso, imprudente e incoherente puede ser hacerlo muy bebido? Hablando sobre sexo, es importante tener en cuenta el apoyo que el rol alcohólico ha supuesto para las dinámicas del género patriarcal. Por ejemplo, ¿en cuántas familias nucleares el alcoholismo ha ayudado a mantener una distribución desigual del poder y de la responsabilidad? La autodestrucción del hombre borracho, se incrementa por tratar de sobrevivir a los horrores del capitalismo, impone aún más carga a la mujer, que todavía debe mantener de alguna manera a la familia unida ­a menudo ante la violencia. Y a propósito de las dinámicas… La tiranía de la apatía "Cada jodido proyecto anarquista al que me he dedicado ha sido arruinado o prácticamente arruinado por el alcohol. Se crea un colectivo y todo el mundo está demasiado bebido o atontado para hacer la tareas básicas, sin hablar de lo difícil que es mantener una actitud de respeto. Quieres crear una comunidad, pero cada unx, después de dejarse ver, vuelve a su habitación y bebe hasta la muerte. Si no hay una sustancia de la que abusar, siempre queda otra. Entiendo que estéis intentando borrar vuestras conciencias, es una reacción natural por haber nacido en el alienante infierno capitalista, pero quiero que la gente vea que nosotrxs, lxs anarquistas, estamos haciendo y diciendo “¡Sí, esto es mejor que el capitalismo!”... lo que es difícil de decir si no puedes avanzar sin pisar botellines rotos. Nunca me he considerado straight­edge, pero joder, ¡yo no me drogo más!” Se dice que cuando el célebre anarquista Oscar Wild oyó por primera vez el viejo lema si es humillante ser gobernado, cuanto más humillante es elegir a lxs que te gobiernan, él respondió: “¡Si es humillante escoger tus dueños, cuanto más humillante es ser tu propix dueñx!”. Él pensó esto como una crítica a las jerarquías dentro de unx mismx así como del estado democrático, por supuesto ­pero, tristemente, su broma podría ser aplicada de forma literal a la deriva que han tomado algunos de nuestros intentos frustrados de crear ambientes anarquistas en la práctica. Esto sucede mayoritariamente cuando los lleva a cabo gente borracha. En ciertos círculos, más en concreto en aquellos para los que el término “anarquía” por sí mismo está más de moda que ninguno de sus significados, la palabra libertad se entiende en términos negativos: “¡no me digas qué tengo que hacer!”. En la práctica, a menudo significa la afirmación de los derechos individuales para poder ser vagx, egoísta, y no tener que responder por tus actos o andar faltx de éstos. En tales contextos, cuando un grupo está de acuerdo en un proyecto, a menudo termina siendo una pequeña, responsable minoría la que se hace cargo de todo el trabajo. Esta parte consciente muchas veces parece autocrática -cuando, de forma invisible, es la apatía y la hostilidad de sus camaradas la que les fuerza a adoptar ese rol. Estar siempre borracho y desaforado es obligatorio ­obligando a otrxs a limpiar detrás de ti, a pensar de forma lúcida cuando tú no puedes, a absorber el estrés general que has generado con tu actitud cuando estás demasiado jodido para dialogar. Estas dinámicas pueden ir en dos direcciones ­aquellos que cargan con toda la responsabilidad en sus hombros perpetúan un modelo en el que nadie más tiene que soportarla­, pero cada uno es responsable de su parte de culpa, y de superar ese patrón. Piensa en el poder que podríamos tener si toda la energía y esfuerzo del mundo ­o a lo mejor solamente la energía y esfuerzo que tienes­ que va dedicada a beber la utilizáramos para resistir, construir, crear. Intenta sumarle todo el dinero que los anarquistas de tu zona han gastado en tragos, cuanta pintura, instrumentos, fianzas o comida (no bombas... o qué coño, ¡bombas!) se podrían haber pagado con ese dinero ­en vez de seguir financiando su guerra contra todxs nosotrxs. Mejor: imagina vivir en un mundo donde los que manejan la cocaína mueren de sobredosis mientras músicos radicales y rebeldes viven el caos en una edad avanzada. Sobriedad y solidaridad Abstenerse del alcohol, como cualquier modo de vida que elijas ­seas vagabundo o socio unionista­, puede ser malinterpretado como un fin en sí mismo, en vez de como un medio. Sobre todo, es preocupante que nuestras propias elecciones no nos sirvan como pretexto para creernos superiores a aquellos que han tomado decisiones distintas. La única estrategia para compartir buenas ideas que es eficaz (y eso va por lxs extremistas, así como para los folletos alienantes como éste) es el poder del ejemplo –si en tu vida pones la “sobriedad extásica” en práctica y funciona, quienes sinceramente quieran algo parecido participaran. Juzgar a lxs demás por decisiones que les afectan únicamente a ellxs es absolutamente nocivo para cualquier anarquista –sin mencionar que eso les hace menos propensos a experimentar las opciones que les ofreces. Y también, está la cuestión de la solidaridad y la asociación entre anarquistas y otrxs que toman alcohol y drogas. Creemos que es muy importante. Especialmente en el caso de aquellxs que están luchando para liberarse de adicciones indeseadas, la solidaridad es enorme: Alcohólicos Anónimos, por ejemplo, es sólo una referencia más de organización casi­religiosa que cubre la necesidad social que tendría que haber sido provista por la comunidad autogestionada anarquista. Como en cada caso, lxs anarquistas debemos preguntarnos a nosotrxs mismxs: ¿Nos posicionamos para sentirnos superiores a las sucias (demasiado limpias) masas o porque, sinceramente, queremos promover alternativas accesibles? Además, la mayoría de lxs que no somos adictxs podemos agradecerlo a nuestros privilegios y a la buena suerte; esto nos otorga la gran responsabilidad de ser buenxs aliadxs de aquellxs que no han tenido tales privilegios o suerte –sea cual sea la opción que hayan escogido. Dejemos que la tolerancia, la humidad, la accesibilidad y la sensibilidad sean las cualidades que cultivemos en nosotrxs, no la superioridad moral o el orgullo. ¡No a la sobriedad separatista! Revolución De todos modos ­¿qué vamos a hacer si no vamos a los bares, no nos colocamos en las fiestas, no nos sentamos en los escalones o frente la televisión con nuestros botellines? ¡Nada más! El impacto social de la fijación de nuestra sociedad en el alcohol es por lo menos tan importante como sus efectos mentales, médicos, económicos y emocionales. Beber estandariza nuestra vida social, ocupando parte de las ocho horas al día de descanso, que aún no han sido colonizadas por el trabajo. Nos localiza espacialmente –sala de estar, salones de cóctel, vías del tren­ y contextualmente –en actitudes ritualizadas y predecibles­ de forma más explícita de lo que nunca habían logrado los sistemas de control. A menudo cuando algunx de nosotrxs quiere intentar escapar del rol de trabajador/consumidor, el alcohol está ahí, ocupando tercamente nuestro colonizado tiempo libre, para llenar el prometedor espacio que nos ofrece. Libres de estas rutinas, podemos descubrir otros modos de dedicar el tiempo, la energía y el placer deseado, vías que pueden resultar peligrosas para el sistema de alienación en sí. La bebida puede de paso, formar parte de interacciones positivas y desafiantes, por supuesto, el problema es que este rol centrado en el alterne actual y la socialización lo deforma como el prerrequisito para la relación sexual. Ocultando el hecho de que podemos crear esas interacciones cuando queramos sin nada más que nuestra propia creatividad, honestidad y coraje. De hecho, sin éstos, nada valioso es posible ­¿no has estado nunca en una mala fiesta?­ y con ellos, el alcohol no es necesario. Cuando una o dos personas dejan de beber, parece insensato, es como si se expulsaran a si mismxs del grupo (o por lo menos de las costumbres) de sus compañerxs por nada. Pero una comunidad de ese tipo de personas puede desarrollar una cultura radical de aventura sobria y compromiso, que actualmente pueda ofrecer excitantes oportunidades a las actividades libres de alcohol y alegría para todxs. Lxs chifladxs y solitarixs de ayer serán lxs pionerxs del mundo de mañana: “una bacanal lúcida” es un nuevo horizonte, una nueva posibilidad para la transgresión y transformación que puede proveer de tierra fértil a las revueltas todavía inimaginables. Como cualquier opción de vida revolucionaria, ésta ofrece el sabor inmediato de otro mundo mientras ayuda a crear un contexto para acciones que aceleren su realización universal. ¡No queremos sus guerras sino la guerra de clases ­ no queremos cócteles sino cócteles molotov! ¡No vamos a crear cerveza sino problemas! Posdata: cómo leer este folleto Con un poco de suerte, habrás sido capaz de discernir –incluso, quizás, a través de la neblina del sopor etílico­ que esto es una caricatura de las polémicas en la tradición anarquista, así como una pieza seria. Vale precisar que estas polémicas a menudo han dirigido la atención a sus tesis gracias a tomar deliberadamente una posición extrema, dando pié así al incremento de posiciones “moderadas” en el tema. Ojalá, puedas extraer por ti mismx puntos de vista útiles de tus interpretaciones de este texto, más que tenerlo como un Evangelio o un anatema. Y todo esto no es para decir que no hay imbéciles que rechacen la intoxicación, pero ¿puedes imaginar cuanto más insoportables serían si no lo hicieran? El aburrido seguiría siéndolo, sólo más enérgico al respecto; los que se consideran moralmente superiores, seguirían despellejando y sermoneando, mientras escupen y babean sobre sus víctimas. Animar a cualquiera de su alrededor a beber es una característica casi universal de los bebedores, que –excluyendo los hipócritas juegos de poder entre amantes, padres e hijos, por lo menosprefieren ver sus propias elecciones reflejadas en las de todxs. Esto nos golpea indicándonos un miedo monumental, no desligado a la inseguridad revelada por ideólogos y reclutadores de cada lista de cristianos, marxistas o anarquistas que sienten que no pueden descansar hasta que todxs vean el mundo exactamente como ellxs lo ven. Mientras lees, intenta luchar contra esta inseguridad –e intenta no leer esto como una expresión de ti mismx, más bien, en la tradición de los mejores trabajos anarquistas, como un recordatorio de todo lo que elegimos para convencernos a nosotrxs mismxs de que otro mundo es posible. Lxs consumidorxs son lxs que hacen funcionar el capitalismo!

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